martes, 19 de marzo de 2013

A tí, Padre...

...y aunque sea el título de una emotiva marcha, no nos referimos a ella. Ni siquiera nos referimos a ninguno de los Cristos, Presentados, Expectantes, Nazarenos, Crucificados o Yacentes que mueven sus pasos a nuestros sones. 

Queremos hablaros de esfuerzo, amor, sacrificio y constancia. De entrega, orgullo, pasión y sentimiento. Hablaros de lo más grande que puede regalar la vida; un hijo. Y de lo más grande que puede tener el retoño, sus padres. Hoy, desde aquí, queremos (y quiero, personalmente), felicitar a todos nuestros componentes que compaginan la labor de músico con la de padre. A todos los que saben diferenciar esas facetas, pero casi lloran de alegría cuando, vestidos de uniforme, abrazan a sus hij@s como si de la primera vez se tratase. 

Hablo de Daniel Zumaquero, de Eduardo Cuevas, de Jorge Clavijo, Raimundo García, Carlos Contreras, David Pelayo, Juan Antonio Marmolejo, Cristian Mira (éstos dos últimos de reciente paternidad), Víctor Martínez, Pepe Robles, Francisco, Rafael Martín, Paco Ortega, Hugo Ayala,  Antonio Vera, David Sanguino y Jesús Fernández

No dejo a un lado los que aún no, pero poco les queda para sostener en sus brazos lo más grande que pasará jamás por ellos, como Gonzalo Miguel González y Miguel Angel Marmolejo.

Hablo de ellos, porque son partícipes de esta causa y efecto musical, permutando continuamente sus roles en casa y en el local de ensayo. Hablo, porque es y será eterno y desmedido el agradecimiento que les profesamos, porque conocemos lo difícil que es, a día de hoy, compaginar esos roles con el trabajo diario.

A todos vosotros, felicidades y gracias.

P.d.: Queremos hacer dos menciones especiales, a nuestros compañeros Alvaro Castilla, cuyo padre, Antonio, hace escasos días que emprendió el camino hacia una mejor vida, y Alberto Negrete y su Getzabel, que ha ya meses nos abandonó, y siempre tuvo una sonrisa y un dulce en su mano. Sabed ambos, que padre e hija os profesan el mismo o más orgullo y admiración, que si lo sintiesen aquí abajo, entre nosotros. Hoy, Alvaro y Alberto, sois más hijos y más padres que nunca, porque habéis demostrado saber serlo, y procesionar en silencio vuestro dolor, pese a saber que teníais 103 hombros donde descargarlo.

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