jueves, 18 de octubre de 2012

Los nombres de la Pasión.

Para todos y cada uno de nosotros, cofrades y músicos, la Pasión tiene un nombre. Algunos la llaman Esperanza, y esperan la madrugada del Jueves para enfundarse la túnica verde y hacer sonar la campana marinera sobre el romero. Otros, la llaman Pollinica, y su júbilo es inquebrantable cada Domingo de Ramos al amanecer. Muchos la llaman pulsos, y menos la llaman silencio, al pasar por un callejón.

Para nosotros, la Pasión tiene otro nombre. Como músicos, nos debemos no sólo a las hermandades que gustan de nuestra obra, sino a certámenes de diversa índole, o a personas que, sin saberlo ni premeditarlo, disfrutan y sonríen con nuestras notas, creando un pequeño oasis de felicidad entre una existencia que no pasa por su mejor momento.

Para nosotros, la Pasión va más allá de la Cuaresma. Ya lo contamos en posts anteriores, no todo es primavera. No todo es olor a incienso y chisteos en San Agustín. Nuestra Pasión va más allá, y guarda un simple paralelismo con la que viven la gran mayoría de los cofrades. Para ellos, la resurrección da sentido al padecimiento. El último Domingo es jubilar, y da coherencia a la semana que lo precede. Pues bien, para nosotros, la Pasión se llama Dunia. La Pasión, se llama Mijas destrozada por las llamas. Y su aplauso es nuestra resurrección, nuestro premio. Meses de ensayo, de nervios por estar a la altura de un acontecimiento en el que la música trasciende más allá de las críticas de los allí presentes, y más allá de lo económico. Meses de ensayo por ver a Dunia aplaudir y bailar al compás de unas cornetas, que para muchos son sólo sonido de Semana Santa, y para los que llevamos la música dentro, son sonido de Pasión, pero no de un solo Hombre, sino de muchos y muchas. 

Fué, es y será todo un orgullo cargar con la cruz de todos cuantos padezcáis, y por un momento sonriáis con nuestra obra. Sentid que tocamos por vosotros, por vuestro reconocimiento y aplauso, por vuestra felicidad y orgullo. 

La Pasión tiene todos y cada uno de vuestros nombres, porque todos sufrimos calvarios en nuestra vida. Y nuestro máximo cometido es aliviarla.

Por vosotros.

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