miércoles, 18 de enero de 2012

Ella nunca se irá de nuestro lado.

     Cuando recibiste la noticia de tu embarazo, ahí estuvo. Cuando diste a luz, ahí estuvo. Cuando entregaste tu primer currículum, te acompañaba aunque no la vieras. Te seguía de cerca cuando comenzaste a trabajar, y cuando tristemente dejaste de hacerlo. Nunca se fue de tu lado. Ni en las buenas, ni en las malas. Está presente en todos los enlaces matrimoniales, otorgándoles a los allí presentes el ápice de magia. En todos los funerales, cuando parece que todo se ha perdido, siempre sale en forma de suspiro, y se hace patente en forma de abrazo reconfortante.

     Nunca se ha alejado de los países azotados por el hambre, y viaja en la mochila de todos y cada uno de los soldados que creyeron en ideologías que los llevan a una muerte casi segura. De todos.  Está presente en cada cambio de gobierno, en cada cambio en general, pues todo cambio la alberga. La albergábamos asimismo nosotros durante una semana de lluvia que hizo de nuestro esfuerzo cenizas, y no la hemos perdido. La seguimos guardando para tiempos posteriores.

     Si aún no sabes de que hablamos, no intentes buscarla mirando a tu alrededor. Está en todas partes, como has podido deducir, pero solo puedes verla en ciertos sitios. Le damos distintos nombres, pero de igual manera sigue inundando de tranquilidad nuestros anhelos más vehementes. Le damos un color, cuya textura sólo nos evoca a Ella. A la que mira, estoicamente, como su hijo, el Hijo de Dios, a veces es sentenciado, carga con la cruz o se cae bajo el peso de ella. Aún en esos momentos, cuando carne de su carne se dirige ante el más inminente de los juicios, el divino, no la perdió. Por ello, a la más Inmaculada de cuantas reinaban en nuestra soleada tierra, le dimos ese nombre. Unos la llaman Perchelera, otros Trianera o Macarena. Algunos la sitúan a un lado del río, otros la llamamos marinera y portamos sus anclas en la gala de una corneta. Nunca nos pondremos de acuerdo.

     Sólo coincidimos en que todas, cada noche de Jueves Santo, son nuestra Esperanza.


Estas líneas van dedicadas a todos aquellos que sientan que Ella los abandona. En especial, a nuestro compañero Alberto Negrete Ramirez. Tu Esperanza será siempre la nuestra.

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