jueves, 8 de marzo de 2012

Nuestro Miércoles Santo.

Nuestro Miércoles Santo tiene algo particular. Algo incongruente, a priori, que lo hace especial. No empieza a las 00.00h del día anterior, ni cuando encerramos al Señor de la Agonía. No. Nuestro Miércoles Santo empieza en cuaresma, a algo menos de un més de Semana Santa, cuando la Hermandad de la Paloma nos cita para poner música al cartel anunciador de su salida procesional. Allí, en la Plaza de San Francisco, se citan hermanos, devotos, aficionados a la música, seguidores de hermandad y banda, para llenar el escueto aforo que la preciosa Casa de Hermandad brinda.

Ahí comienza nuestra cuenta atrás, y no 40 días antes. Es allí donde, cuando comenzamos a llegar y mezclarnos con los allí presentes, empezamos a sentir el cosquilleo de que "ya se acerca". El Señor de Miñarro preside el altar, y hacia Él nos dirigimos, santiguándonos y mirándole embobados. Cómo nos impresiona su mirada cabizbaja, directa y resignada a cruzar LA puente. Formamos, y cada año las artimañas para situarnos son mayores. El espacio es reducido, acogedor. Ella nos mira, y esboza una sonrisa. 


Se suceden las marchas, los aplausos, hasta la Marcha Real. El público (que tiene la suerte de poder estar sentado) se pone en pie de una forma solemne. La melodía nos traslada en el tiempo. La plaza vuelve a estar abarrotada, pero esta vez es diferente. Llegamos, formamos, y esperamos a que se abran las puertas, que dejan salir, con el aplauso de los allí congregados y estruendo de campanilleros, al misterio pionero en su iconografía. Cruza la puente, obligado por dos sayones, y sin quererlo, está en la tribuna de los pobres, aplaudido y vitoreado por los espectadores. 

Las calles se suceden abarrotadas, señal de que ésta hermandad es muy del gusto de Málaga, y Málaga responde ante ella. No hay huecos, no hay sillas vacías en su corto recorrido. El trono avanza, busca el recorrido oficial, aplauden TODOS los presentes. La ciudad se ha vestido de gala el Miércoles Santo, entre otros, para este cortejo que no deja indiferente a nadie. 



En Tribuna Oficial es un clásico, "Azahar y Romero" y "Cruzando la Puente" ponen los sones. Los portadores, echan el resto. Queda poco, pero lo que queda es lo álgido del día. Las luces de la doble curva son testigos del andar del Señor, que busca Calle Cárcer. Se produce una simbiosis a la que nuestra Málaga es propensa: el cansancio de los portadores es directamente proporcional a los aplausos del pueblo. Eso los anima. Eso nos anima. Y con ellos subimos la pendiente de la calle, mientras suena "Madre" para dar la curva a Álamos.


La plaza de San Francisco hierve. La gente los espera, y con ellos el jolgorio. Tras Calle Carreterías, los tronos se juntan, frente a frente, al lado de su casa,  y el fervor de sus hombres de trono por elevarlos al cielo hace que se sucedan los pulsos, los aplausos, incluso las lágrimas de los presentes. 

Nuestro Miércoles Santo, fuera de tribulaciones, es un día especial. Comienza en Cuaresma, y termina en la Plaza de San Francisco. Así fué hace trece años, y así sigue siendo ahora. Y que así sea por siempre.

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